Desde que tenía 5 años voy a la parcela de mi abuelo, quien se levantaba a las 5:45 para ir a su diaria rutina de revisar la milpa o caña de azucar, según la temporada. Él se llevaba su camisa larga y su mascarilla de alambre; yo en cambio, en ocasiones con manga corta y sin mascarilla. El resultado: brazos y cara rosados por las hojas de la caña.
Alfalfa - Medicago sativa
En aquel tiempo, casi no hablaba con mi abuelo, temía una regañada si no le entendía o comprendía lo que me decía. Pero ese temor era recompensado por las liebres, sapos, serpientes y pequeños huevos de aves que me encontraba cuando lo acompañaba. En verano no me escapaba de llegar enlodado hasta las rodillas y con mis zapatos todos mugrosos. Por supuesto mi querido abuelo usaba botas de hule, de esas que cubrian toda la pierna.