Desde que tenía 5 años voy a la parcela de mi abuelo, quien se levantaba a las 5:45 para ir a su diaria rutina de revisar la milpa o caña de azucar, según la temporada. Él se llevaba su camisa larga y su mascarilla de alambre; yo en cambio, en ocasiones con manga corta y sin mascarilla. El resultado: brazos y cara rosados por las hojas de la caña.
Alfalfa - Medicago sativa
En aquel tiempo, casi no hablaba con mi abuelo, temía una regañada si no le entendía o comprendía lo que me decía. Pero ese temor era recompensado por las liebres, sapos, serpientes y pequeños huevos de aves que me encontraba cuando lo acompañaba. En verano no me escapaba de llegar enlodado hasta las rodillas y con mis zapatos todos mugrosos. Por supuesto mi querido abuelo usaba botas de hule, de esas que cubrian toda la pierna.
Ahora, muchos años después, mi abuelo, con ayuda de mis tíos, han cambiado por completo lo sembrado en la parcela. La mitad, separados equidistantemente hay cientos de árboles de limón sin semilla. En la otra mitad, hay alfalfa, pepinos, melón, sandía, calabaza, calabacita y pepino. En la periferia encontramos limon criollo, guayaba, magueyes, nopal de cerro.
Probablemente pronto vea zarza en la orilla donde encuentro las guayabas. Esto es un orgullo ya que el brote de zarza se lo di yo de mi jardín.
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