Noviembre 2008
Hace tres años, todavía tenía mi criadero en un tinaco, había elegido y apartado alrededor de 25 lombrices adultas. Las puse en un recipiente con harina y las dejé ahí por 12 horas con ausencia de luz solar y artificial.
Al día siguiente puse a calentar agua con sal en una cazuela donde fueron echadas las lombrices, obviamente se fueron muriendo una a una sacando todo lo ingerido en las últimas horas quedando solamente su piel.
Las retiré y las expuse al sol por una hora y quedaron listas para mi emparedado que me llevé al siguiente día a la barranca de Huentitán.
Lo interesante es que tenía sin ir a la barranca mas de un año. No tenía condición... en teoría. El asunto es que cuando estaba en el Río Santiago me comí el emparedado y la subida la hice por las vías del ferrocarril, que tienen inclinaciones entre 20º y 60º, alcanzando y dejando atrás a las personas que iban delante de mí, no me alcanzó ninguna otra.
Aunque llegué cansado a la estación de la CFE, me sorprendió que durante el resto del día, ni al día siguiente no me dolió ningún músculo ni me sentí mal.
Luego les cuento sobe la segunda vez que preparé lombrices para comer...
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